sábado, 21 de julio de 2012

NOMBRE Y APELLIDO


POR: JORGE GUZMÁN MARTÍNEZ.

Con la resignación de ser una noche común y corriente, inmersa en una atmósfera de estúpida monotonía, caminando decidido a entregar mi cuerpo a los brazos de Morfeo, una silueta milagrosa aparece frente a mi camino y a pesar del estado poco inconveniente en que se encontraba, iniciamos una velada reflexiva y un intercambio de tragos de baja calidad.

            Palabras altisonantes bailaban junto a la música del ambiente poco sano. Humo de cigarro flotaba en el aire que se respiraba. Ideas cambiantes buscaban encontrar lógica ante lo absurdo de la vida y la ironía de la existencia en este tiempo.  

            Cabe mencionar que aquel ser humano no era alguien que considerada común. Un misterioso ser que paradójicamente me había cautivado desde meses atrás, y que en mi menta tan volátil provocó una avalancha de emociones que difícilmente puedo describir. Emociones que simplemente no encuentran un lugar donde aterrizar lo tan dulcemente amargo. 

¿Amor? No me atrevo a llamarlo así. El amor es un sentimiento tan absurdo y tan místico que catalogar a alguien dentro de esa sensación, es como querer darle un nombre al conjunto armonioso de la vida. Me he desviado del tema.

            ¿Qué esperamos de la vida? –nos preguntamos- 

Ninguno supo responder claramente, y es tan absurdo creer que podamos dar respuesta a algo que nunca sabremos, al menos estando vivos o conscientes. ¿La familia? Una sociedad perfectamente imperfecta, que desafortunadamente no se elige, pero a lo largo de convivir con ella se logra soportar y se logra crear una paciencia impresionante que no queda más que darle pasó a la conformidad obligada.

Una pequeña distracción en su apariencia vino hacia mí. Su frágil cuerpo pero con una mente tan fuerte, tan sensata y tan libre me hace ilusionarme cada vez más. 

La media noche llega sin detenerse. Con la mente un poco aturdida continuamos conversando. En momentos llegamos a hablar de cosas que simplemente no podemos liberar cuando estamos completamente cuerdos (si es que lo hemos estado). Con voz entrecortada y una lágrima saliendo disimuladamente, el ritmo de la plática cae y la música parece invadir el cuarto con más fuerza. El silencio se hace por un momento. 

Con un abrazo nos despedimos y la casualidad no nos ha permitido vernos una vez más. Ese ser tiene nombre y apellido, pero he decidido llamarlo solamente “utopía”, ante lo absurdo poco por hacer, solamente el tiempo decidirá el destino distinto de los dos, mientras que solamente en el aire las ideas y recuerdos volaran sin rumbo fijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Fan Page